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Calidad de Vida

Un siglo de la concesión del Premio Nobel al descubrimiento de la insulina

El próximo día 14 de noviembre celebraremos el cumpleaños de Frederick Banting. Este post tiene una largura superior a los que solemos escribir, pero nos gustaría explicarte la historia completa del descubrimiento de la insulina y recordarte cómo ayuda a los diabéticos cada día

Es verdad que muchos se preguntarán quien era este señor y qué tiene que ver con nosotros. Se lo aclaramos: Frederick Banting fue un médico canadiense que nació el 14 de Noviembre de 1891. Estudió en la Universidad de Toronto y fue médico militar durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente fue ayudante de Fisiología en la Universidad de Ontario Occidental, y, a partir de 1921, profesor en la Universidad de Toronto. Fue precisamente en este año de 1921 cuando descubrió la insulina, hormona que, como todos sabemos, segrega el páncreas, y que sirve para quemar el azúcar que tenemos en el cuerpo. Por este descubrimiento obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1923.

Mucho más tarde, en 2007, la ONU y la OMS establecieron el Día Mundial de la Diabetes el 14 de noviembre, que es la fecha de nacimiento de este médico.
Como verás, se cumple un siglo de la concesión de este Premio, que es una cosa a celebrar. Y fíjate en si este descubrimiento fue importante, que le dieron el Premio Nobel solamente dos años después de haberlo hecho. En otras ocasiones, la concesión del Premio es bastante tiempo después de haber hecho los descubrimientos, experimentos, etc. Ten en cuenta que este descubrimiento le ha arreglado la vida a una gran cantidad de personas en el mundo, mientras que también hay una gran cantidad de personas que no llegaron a tiempo de este descubrimiento, como a tantas otras cosas, y a muchos de ellos les costó la vida, como, por ejemplo, entre ellos, a nuestro insigne poeta Tomás Morales, que también era médico, por cierto, y que falleció el mismo año que se descubrió la insulina (15 de Agosto de 1921), a consecuencia de una septicemia agravada por su condición de diabético, a la temprana edad de 37 años. Fue una lástima que Tomás Morales no llegara a tiempo de la insulina.

Te vamos a contar brevemente cómo logró descubrir la insulina, porque es muy interesante.

Frederick Banting marcó un antes y un después en la calidad de vida de los pacientes diabéticos. Sus investigaciones sobre las secreciones del páncreas le permitieron descubrir la hormona insulina, que salvaría la vida de miles de personas afectadas por la diabetes. No lo hizo solo. Contó con la valiosa colaboración de otro reconocido médico, Charles Best, quien durante unas prácticas de verano con el equipo de Banting, le ayudó a realizar sus estudios sobre las funciones del páncreas. Nunca imaginó aquel joven galeno estadounidense que aquella pasantía en Toronto le permitiría compartir un Nobel con uno de los médicos más influyentes del mundo.

La suerte quiso que Banting dejara a un lado sus estudios de Teología en la Universidad de Toronto para dedicarse a otra de sus pasiones, la medicina. Tras obtener el título, se unió al cuerpo médico de ejército de Canadá y sirvió en Francia durante la Primera Guerra Mundial. Fue en esta etapa de su vida, años antes de descubrir la insulina, cuando Frederick Banting realizó una heroica hazaña que pasaría a la historia: pese a caer gravemente herido durante un ataque, atendió incesantemente a su batallón durante diecisiete horas, por lo que recibió la exclusiva Cruz Militar.

Cuando acabó la guerra, volvió a casa para continuar ejerciendo como médico en Ontario y Toronto.

Fue en ese tiempo cuando empezó a interesarse por el estudio de la diabetes y su relación con el páncreas. Ya él sabía que esta enfermedad era provocada por la deficiencia de una hormona segregada en el páncreas. Y sabía también que muchos otros médicos intentaron sin éxito aislar esta sustancia que afectaba al metabolismo del azúcar.

En 1921 Banting planteó sus suposiciones al profesor John Macleod de la Universidad de Toronto, quien, pese a no estar totalmente convencido de que las ideas del joven médico pudieran ser acertadas, le ofreció un minúsculo laboratorio universitario, diez perros que servirían como conejillos de indias y la valiosa ayuda de un asistente, Charles Best.

Frederick Banting comenzó sus experimentos extirpando el páncreas de algunos perros y pudo comprobar que los animales experimentaban una subida de su nivel de azúcar en la sangre y comenzaban a beber mucha agua y a debilitarse. Los perros habían desarrollado la temida diabetes. Posteriormente, Banting y su ayudante centraron su investigación en mezclar el páncreas de otro de los perros con aguas y sales para después congelarlo y filtrarlo. Esto le permitió aislar la hormona pancreática a la que en un principio denominó isletin (por segregarla los islotes de Langerhans). Inyectó la sustancia en el perro diabético y se asombró al comprobar que los niveles de glucosa en la sangre se redujeron notablemente y el animal recuperó el vigor y la fuerza. Después de someter al perro a varias inyecciones de la nueva sustancia, los síntomas de diabetes desaparecieron.

Frederick Banting mostró los resultados de sus estudios a Macleod, que estaba gratamente impresionado, y fue él quien le sugirió llamar a esa sustancia insulina. Estos avances supusieron una notable mejora en las condiciones de investigación de Banting, que fue trasladado a un laboratorio mejor para intensificar su investigación.

En 1922, Frederick Banting y Charles Best tuvieron al fin la oportunidad de experimentar sus estudios en humanos. El primer paciente fue un niño de catorce años, Leonard Thompson, que estaba a punto de morir por culpa de la diabetes. Tras recibir las inyecciones de insulina, el menor recuperó rápidamente las fuerzas y el apetito.

Tras el éxito obtenido con el primer paciente, Banting comenzó a recibir solicitudes de decenas de diabéticos que querían participar como voluntarios. Todos reaccionaron positivamente a la insulina.

La noticia de los exitosos resultados se extendió a todo el mundo y, tan sólo un año después, el comité Nobel decidió otorgar su prestigioso galardón a Frederick Banting y a John Macleod.

Esta inesperada decisión indignó profundamente a Banting, quien consideraba que, si debía compartir el premio con alguien, el elegido debía ser su ayudante. A fin de resarcir de alguna forma el daño causado por los organizadores del Nobel, decidió compartir el dinero del premio (cosa que creo no haría mucha gente) con el joven Best, que en ese entonces era sólo un estudiante de Química.

Fue la farmacéutica Lilly la primera en empezar a producir a gran escala la codiciada sustancia para abastecer a todo el mundo con uno de los mayores descubrimientos de la medicina. La insulina no es una cura para la diabetes, pero sí permite salvar la vida de los pacientes más afectados. Su principal función, como todos sabemos, es que el nivel de glucosa en la sangre se mantenga por debajo de unos límites.

Cien años después del descubrimiento de la insulina, la casa donde el joven Frederick Banting dedicó tanto tiempo al estudio del páncreas es un lugar de peregrinación para cientos de turistas diabéticos de todo el mundo, que aún dejan cartas para agradecer un descubrimiento que les cambió la vida.

Además del descubrimiento de la hormona, Banting también trabajó en una nueva rama que le resultaba muy interesante: la medicina aeronáutica. Sus investigaciones en este campo le permitieron desarrollar, junto a Wilbur R. Franks, un traje antigravedad que sería utilizado por los pilotos en la Segunda Guerra Mundial. Este diseño fue el punto de partida para confeccionar los actuales trajes de los astronautas.

Desafortunadamente, en 1941 Sir Frederick Banting y su colega fallecieron en un accidente aéreo cuando se dirigían hacia Inglaterra para probar la resistencia del emblemático traje.

Una verdadera lástima, porque aún era un hombre joven (no había llegado a cumplir 50 años) y todavía tendría muchas ideas por desarrollar.

Todos sabemos las maneras de evitar, o retrasar, la aparición de la diabetes: comida sana, incluyendo frutas y verduras, ejercicio físico moderado, evitar el alcohol y el tabaco, lo que, a su vez, nos ayudará a tener una piel más tersa y luminosa.

Por tanto, pongamos en práctica todos estos consejos para, de aquí en adelante, seguir celebrando el cumpleaños de Banting y la concesión del Premio Nobel en vez de tener que lamentar, a ser posible, ser diabético.

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